lunes, 12 de noviembre de 2012

Parunzel- Capítulo 2



Esa noche; al igual que cada una desde que había encontrado al chico de aquella torre; el príncipe Gustav salió ansioso del palacio sin que su padre lo notara, por el camino que ya conocía bien.
Hubiera o no luna, así las estrellas se pusieran o decidieran esconderse por completo, lloviera, relampagueara, o lo que fuera; cada noche llegaba justo a la misma hora bajo la ventana, donde el castaño ya lo esperaba.
Georg se sentó sobre la ventana, esperando el llamado que tanto anhelaba desde hacía unas horas; ya que el príncipe había partido directo a una presentación real…a él no le importaba mucho aquello, a decir verdad todo aquello de la realeza le causaba tristeza y nostalgia por ni siquiera poder verlo; así que prefería evitarlo, a menos que el rubio le contase algo.
Lo que ninguno sabía; era que justo después de volver con su hermano en brazos, Bill subió la escalera de nuevo; quedándose al toro lado de la puerta. Pensaba aguardar toda la noche si fuera necesario, escuchando cada movimiento, para saber qué era lo que tenía a Georg tan inquieto.
El castaño no dejaba de moverse de un lado al otro, cada vez estaba más ansioso y no tenía idea del por qué; simplemente era un extraño sentimiento.
-¡Georg; deja caer tu cabello!- escuchó finalmente viendo el corcel blanco del príncipe bajo su ventana, a lo que sin perder un solo segundo, lanzó la enorme cuerda hacia abajo, donde Gustav, ya con bastante práctica en ello, subió rápidamente en contraste con las primeras veces que lo intentó, donde Georg lo salvó varis veces halando de él antes de que cayera al vacío por causa de su poca agilidad.
-Hola- dijo el castaño sonriendo formando una atmosfera distinta a la que acostumbraban, y Gustav sabía exactamente por qué.
-Hola- respondió el príncipe mientras caminaban hacia la mesa, donde Georg tenía preparada algo parecido a una cena; con aquello que Bill le había llevado por la tarde, algo que siempre hacía…pero esa vez, sería diferente…
-Ven; ¿Hoy que vamos a hacer?- preguntó Georg cual niño pequeño; un rasgo que al rubio le encantaba de él. Al estar apartado del mundo, su inocencia y amabilidad era impresionante…por no decir su belleza
-Georg…tengo que hablar contigo…-dijo inseguro odiando sentirse así, aún cuando sabía que tenía el mundo en contra.
-¿Qué…que pasa?- pregunto con temor el castaño, que desde hacía días temía que el hecho de que todo fuera bien, era demasiado bueno para ser real. La suerte acostumbraba ponerse en contra suya; la prueba era que seguía en esa torre… ¿Por qué esta vez debería ser distinta?
-Georg yo… ¡me gustas!- soltó sintiendo sus mejillas arder esperando alguna reacción por parte del otro, que simplemente sonreía tranquilamente
-Tú también me gustas- dijo tal cual si hablaran del clima o alguna otra cosa
-No; no me refiero a eso…yo…Ahh- tartamudeaba el príncipe inseguro de cómo proceder; y Georg no se lo estaba haciendo sencillo; sabía que no era su culpa, pero esperaba que con ello entendiera sus sentimientos
-Gustav…- susurró el otro hasta que los labios del rubio conquistaron los suyos, dejándolo no solo sin habla, si no también sin aliento y además; confundido. Sin embargo, no era algo que quisiera detener.
Fuera de la habitación, Bill escuchaba sorprendido los últimos segundos de conversación entre aquellos dos, y estaba decidido a entrar, al menos hasta que el “me gustas” inseguro de aquel chico de suave voz lo hizo desistir de golpe dejándolo pegado a la puerta…
Lo más lento y silencioso que puso se puso de pie, y comenzó a bajar las escaleras tratando de no interrumpir nada… fuera lo que fuera a decir Georg, podía esperar a mañana para reprenderlo; además, debía de contárselo a su hermano.
-Me gustas…pero no de la manera que tú piensas- dijo el príncipe a solo centímetros de su rostro, donde podía sentir perfectamente su respiración cálida rebotando en sus mejillas, haciéndolo sonrojar cada vez más.
- A esta altura, creo que pienso de la misma manera- contestó el castaño volviendo a juntar sus labios sin saber exactamente que podría decir. Lo único que sabía de aquello venía de meros cuentos de hadas fantásticos y no quería arruinar aquel momento, que parecería ser el mejor de su vida…tal vez la suerte se había compadecido un poco de él.
Continuaron besándose tiernamente, demostrándose lo mucho que se querían hasta la madrugada; sin que ocurriera nada más, hasta que la hora se acercó, el príncipe tenía que irse, ya que Bill no tardaría en subir a dejarle el desayuno
-¿En serio tienes que irte?- susurró Georg recargado en su pecho mientras el otro lo abrazaba tranquilamente.
-Mi padre quiere que conozca a alguien… si no lo hago, me mata- respondió el rubio suspirando. El ser príncipe le encantaba, pero últimamente le agobiaba bastante desde que debía correr de la torre al castillo a escondidas, sin mencionar los bailes, comidas y presentaciones a los que ni de broma podía faltar si quería conservar su cabeza en su lugar.-pero volveré en unas horas…
-Nunca había sido tan…difícil que te fueras- dijo el prisionero lastimosamente mientras se acercaban a la ventana, donde el sol empezaba a salir
- Lo sé… encontraré un modo de sacarte de aquí; lo prometo- dijo dándole un último beso para después bajar por la extraña cuerda y montar su caballo, mientras el lindo castaño lo observaba alejarse hasta que se perdió de vista en el bosque
-Georg- escuchó la voz del pelinegro detrás de él poniéndose nervioso y pálido a la vez ¿¡Cuánto tiempo llevaba Bill ahí?!
-Ehh…hola; no te escuché llegar- dijo tartamudeando mientras el mayor de los gemelos entraba por la puerta detrás del anterior
- Y yo entiendo que no nos haya escuchado- dijo Tom tomando de la mano a su hermano recargándose en él…últimamente le faltaba más la fuerza que antes.
- ¿Por qué?...yo solo…miraba a la ventana
-Georg; no soy tonto, lo vi entrar, salir y también irse- dijo Bill acorralándolo mentalmente sin dejarlo inventar una excusa más.
-Por no decir que escuchó todo- concluyó Tom dejándolo aún peor
-¡¿Cómo?!¿¡Que escuchaste?!
-Antes que nada, no fue a propósito. Bueno sí; pero no esperaba escuchar eso…
-Bueno yo…
-Cállate, y cuéntame cómo fue- dijo Bill sentándose en el piso sonriendo de manera inesperada dejándolo absolutamente sin habla…finalmente, el era su amigo, y podía confiar en él.
La tarde concluyó con su relato, habían pasado todo el día en la torre, y era hora de bajar…
-¿Estará a punto de llegar no?
-Bueno…si- respondió sonrojado Georg que ya ansiaba postrarse ante la ventana a esperar a su príncipe, al cual, le estaba costando bastante salir del palacio, después de la noticia que su padre acababa de darle
-Te vas a casar- dijo el rey de Luminaria a su único hijo, dejándolo en shock
-¿Qué?- preguntó el príncipe aún sin creerlo
-He encontrado una princesa para ti; es la hija del rey de Darkerer.
-Pero…
-Pero nada. Ya he hecho el trato con el rey, así que obedecerás y punto
-¡No lo haré!
-No te lo estoy preguntando; así que prepárate. Mañana irás a conocer a la princesa…
Gustav salió bufando directo a los establos, solo para tomar su caballo y salir volando hacia la torre; deteniéndose a la mitad del bosque… ¿Casarse? ¿Qué rayos estaba pensando su padre? Y más importante… ¿Qué le diría a Georg?
Mientras tanto; Bill corría con su hermano en brazos, de vuelta a casa, donde su madre tenía lista la medicina del mayor… cada vez le faltaba más fuerza, y nadie sabía el porqué…excepto claro, quién la estaba tomando.


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